9.10.2017

Sobre (aún sin nombre) de Pablo Rosales

*Texto




Sobre (aún sin nombre) de Pablo Rosales

“El arte de la grandeza solo se logra con altura”
Anónimo


El artista visual a veces solo necesita de alguien que trascriba de manera coherente y técnicamente correcta una serie de ideas que piensa y logra verbalizar. Algún periodista o curador, por ejemplo, escucha e interpreta y ajusta un texto narrativo que da luces de esa obra visual.  Otros textos a veces son malas poesías, conjuntos de referencias históricas o filosóficas, o el intento de una versión escrita de lo visual a manera de “He reflexionado mucho”. A veces los anglicismos, las referencias astrológicas o el uso indiscriminado de los argots intentan darle un aire joven o único a las muestras por medio de sus textos.
En un contexto local con la casi ausencia total de critica a veces solo cansa la palabra y es preferible dejar las obras sin las palabras circundantes usuales y empieza a caber la pregunta de que si esa es la clase de textos que tenemos ¿Porque los necesitamos?, ¿Para que queremos buscar en lo escrito algo de inteligibilidad si no lo logramos en lo observado? La palabra Genio tan usada genérica e indiscriminadamente hace que una acción de sentido común sea aceptada como grandilocuente en contraste con un montón de no-genialidades porque son casi anónimas o indeterminadas, o simplemente porque alguien no las ve o registra. En donde no hay chispazos sino procesos de encuentro y sentido sí, bastaría con revisar las publicaciones de los artistas visuales en sus redes sociales para proyectar su conciencia del diseño de sí mismo y entender porque a veces es importante no ponerle palabras a algo.

Para su exposición (aún sin nombre) Pablo Rosales mas o menos tomo la decisión de que no iba a tener un texto. Este mismo que ahora lee es publicado solo en el cierre de la muestra, a manera de epitafio podría decirse porque aún lo no nominado, lo anónimo, el mudo o el desaparecido dicen algo.
La muestra consiste en una multitud de mascaras, para ser otro si se quiere, pero todos indiferenciados y pequeños. Son mascaras diseñadas a partir del recorte de una hoja de papel plegada, lo que le da una escala y simetría reconocible percibida como rostro; una pareidolia que se reproduce y se fija luego recortándose cuidadosamente en tablas de madera con huella vegetal que luego funcionan como planchas xilográficas para estampar papel y multiplicarse. Dispuestas sobre diez dispositivos verticales zigzagueantes de piso a techo esos rostros con ojos, nariz y boca parecen desposeídos, alguien sin nombre o el anónimo al que se le adjudica la cita propia de la sabiduría popular. Estructura, objeto-plancha y estampa conforman la intervención en la sala de exposiciones.
Hacerse un nombre como artista, autodenominarse así sin dudarlo y ganarse la vida como tal hacen parte de algunos de los parámetros con los que actualmente mediríamos su éxito.  Rosales sin mascara se reconoce de baja estatura, no emergente y no artista “genio”; por lo menos no en materia de reconocimiento, difusión y ventas. Pero sí vemos que el petizo de Rosales es un alto artista.

LHM Septiembre 2017

Agradecimientos a Estefania Mateo, Pablo Rosales y Benedetta Casini